Adios, Erika Adios, Erika “Las cinco campanadas vespertinas del edificio de correos salpicaron el viento al tiempo que huyeron sus labios despavoridos. Inclinó la cabeza escondiendo la mirada azabache. Luego, sin mirarme, acudió a mi mano intentando consolarme a la vez que musitaba disculpas inesperadas e inconexas que yo interpreté como avanzadillas de infortunio. Calló […]
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